Una tardecita de aquellas, en la avenida
principal del pueblo, se dieron cita cientos de frutas y verduras, dando
muestras de una rebelión en la huerta.
Unos brócolis iban de aquí para allá. Las
coliflores los acompañaban.
Las berenjenas, como matronas, daban
consejos a los demás.
Esos tomates
rojo fuego; se dudaba si le debían el color al acaloramiento de la reunión, o
por su timidez. Eso sí, estaban muy exaltados.
Los puerros se pavoneaban por el lugar,
incitando a la marcha.
Las chauchas, estiradas como zapatos de
tony, iban en patota portando carteles
en los que se leía: “NUNCA MÁS”
Un choclo lleno de granos, quizás por ser
todavía adolescente, husmeaba queriendo sumarse a la protesta.
Los pimientos rojos, verdes y amarillos,
ponían un toque de color al lugar.
Ni qué hablar de las papas y los camotes:
estaban en primera fila.,
Unas zanahorias muy erguidas cuchicheaban
entre ellas.
Los repollitos de Bruselas formaban una gran
ronda.
Hacia el fondo, las cebollas y cabezas de
ajos hacían flamear las banderas con importantes leyendas.
Tímidamente también se asomaron algunas
frutas
Las manzanas, regordetas, se juntaron con
racimos de uvas, ciruelas y peras, evaluando la situación. Y… sí, comentaban,
también nos conviene protestar, porque al final vamos a terminar todos de la
misma manera.
De
pronto se hizo el silencio, porque apareció Don Zapallo, quien conforme con la
convocatoria se caló los anteojos y
comenzó a leer el discurso que había preparado.
Todos los asistentes prestaron atención.
El vocero exclamó:
“Estamos cansados de tanto atropello. Hartos
de que nos usen en la cacerola.
Queremos nacer y morir en el mismo lugar
donde transcurre nuestra vida.
No nos bancamos más que en cierto momento
constaten nuestra madurez y nos arrebaten de la tierra que nos vio crecer.
Exigimos respeto hacia nuestra especie.
Por eso, a partir de ahora nos declaramos en
huelga. Por lo que a nosotros respecta, este paro será por tiempo indeterminado,
hasta que el humano decrete que nunca más harán SOPA”.
A continuación les dio la palabra a las
frutas.
Un cerrado aplauso coronó la tarde, que ya
iba languideciendo.
AUTORA: Olga C. Schmidt
Rafaela (Santa Fe- Argentina)
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