Lo simple, lo diario, lo perpetuo,
el vestido sufrido, las glicinas del patio,
el aroma benigno del puchero y la sopa
de todos los días
o el del estofado, proclamando su sabor de domingo.
Los hijos y los nietos recibidos con las palmas en alto.
Retornar a la casa fragmentada en mi mente
como espejitos rotos
¿cuadros? ¿estufas? ¿sillones? ¿rejas?
¿la flor de la pasión? ¿la parra? El deleite virtuoso
de los frutos del huerto.
Recuerdos que se arremolinan y explotan
como burbujas de jabón en la tormenta.
¡Ay! Memoria mía, no permitas
que los blancos estratos del olvido conturben el eco del pasado
que no enmudezcan tu voz
que todo se recicle desde lo más insustancial
que nada se detenga hasta un segundo antes del último hálito.
AUTORA: Beatriz Barsanti
Villa Adelina- San Isidro- (Buenos Aires- Argentina)
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