Roberto y Mirta
eran una pareja servicial, admirable, vivían al lado de la panadería más
conocida de la ciudad.
Él, había sido profesor de la
escuela industrial. Solo recibía gratitud de sus ex alumnos, ella era una mujer
de sentimientos grandes.
Llevaban cincuenta años de casados,
cada uno tenía bien determinado qué tarea realizar. El lenguaje inclusivo, no
estaba en su vocabulario.
Él, se encargaba de la carne, el pan
y el vino (tinto para Roberto, blanco para Mirta)
Ella, compraba las frutas y
verduras, utilizaba dos canastas gemelas para equilibrar el peso, cuando
regresaban, limpiaban con pulcritud los alimentos.
El asado, descansaba en la heladera.
La tarde se rendía vacía. Sintieron el cuerpo cansado y caliente, el mercurio
del termómetro viejo, se elevó apenas, “Febrícula le decían”. Se miraron con
angustia y complicidad. Fueron a la clínica.
Los focos agónicos de la terapia
intensiva fueron su única compañía.
El pan, el vino, las frutas y las
verduras se agitan y brillan en la mesa triste, esperan.
Roberto y Mirta
ya no volverán.
AUTORA: Griselda Rochetti
San Pedro (Buenos Aires- Argentina)
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