Era el tercer café que tomaban, pero Freddy aún no había podido
calmarse.
__ ¿A vos te parece que el plan
del Gordo va a resultar?
__ Tranquilo, todo lleva su tiempo __ la voz de Guillermo procuraba
calmarlo __ Lo primero que tenemos que hacer, es alquilar un local al lado del
banco. Ponemos un negocio, hacemos el boquete en la pared, lo robamos y
escapamos.
__ Así como vos lo decís, parece muy fácil. Pero yo no estoy tan seguro.
__ Vos nunca estás seguro de nada. ¿Cuántos años tenés? Treinta y pico,
no durás en los trabajos, no te gusta estudiar, tu mujer te echó de la casa por
vago. No dudés más, de esta vas a salir campeón y, a lo mejor, hasta tu mujer
te llama para que vuelvas a su lado.
__ Entonces, lo del Gordo… __ Freddy respiraba con dificultad, sin
convencerse del todo. Pero tal vez, Guille tenía razón y esta, era la última
oportunidad en su vida.
__ Está hecho. Ahora vamos a ver al localcito que se alquila.
Arreglaron en seguida con la dueña del local, porque con el negocio que
pensaban hacer robando al banco, no iban a perder tiempo en minucias. Luego
vino el ramo que iban a establecer, y también Guille encontró la solución:
__ Anduve mirando por los alrededores y me parece que nos va a ir bien,
porque no hay competidores. A dos cuadras hay un negocio pero lo maneja un
viejo cascarrabias que se pelea con todo el mundo.
Un poco de arreglo en las luces, algo de pintura y el negocio estuvo
instalado. Los permisos los iban a tramitan luego de unos días y, a lo mejor,
ni les hacían falta. La verdulería estuvo instalada. Los vecinos estaban
contentos porque dos buenos muchachos se habían
hecho cargo de ese local, que hacía mucho tiempo que estaba abandonado.
La clientela aumentaba día a día. Pero surgió el primer problema.
__ Al Gordo lo metieron preso __ dijo un mediodía Guille cuando se
sentaron a comer en la cocinita detrás del negocio __ Es un asunto medio feo y como el Gordo tenía
antecedentes, va a estar por lo menos tres años a la sombra __ Al asombro del amigo,
contestó __ De aquello nos olvidamos, por ahora.
Y se olvidaron de verdad, porque la verdulería prosperaba gracias al
trabajo de los muchachos, su buena atención, limpieza y honestidad. Llevaban la
compra a las casas, tomaban nota de los pedidos y pronto pudieron comprarse un
camioncito para traer la verdura del mercado.
Guille no hablaba mucho pero cuidaba que el negocio marchara bien, y
Freddy estaba tan satisfecho con su trabajo, que hasta visitó a su ex para que
comprobara con sus propios ojos, que él era otro.
Cuando pasaron cinco años, los cambios eran evidentes. Habían comprado
el local que la dueña, enternecida porque eran buenos pagadores, se los vendió
a un precio accesible. Compraron el
local de al lado y agrandaron la verdulería. Ahora eran mayoristas y tenían dos
empleados. Freddy se había medio arreglado con su ex, visitaba a la familia los domingos y salían a
comer afuera con ella y los chicos. Les podía pasar una buena mensualidad. Guillermo
se había acomodado a la nueva situación y vivía bien, soltero con su madre,
pero bien.
Un día, Guille vino con la noticia: __ Lo encontré al Gordo, hace unos
días que salió de la cárcel. Lo invité que venga acá __ Freddy, quiso dejar
algo en claro. También él había colaborado con el éxito del negocio y quería
estar tranquilo. Conversaron poco, pero se pusieron de acuerdo.
El Gordo llegó un día, al anochecer. Seguía con sus planes de robar el
banco de al lado. Le dijeron que no, que así estaban bien, los clientes los
querían y ahora, eran personas honestas. El Gordo les dijo que no tenían
palabra, que lo tenía todo pensado porque en la cárcel se había hecho de
algunos amigos para formar la banda. Pero no hubo arreglo. Freddy le quiso
regalar un kilo de manzanas, pero el Gordo le dijo que él no era Blancanieves.
AUTORA: Susana Solanes
Rosario (Santa Fe- Argentina)
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