El balón fue tu fuego verdadero
pero un manto de dolor, como un castigo,
invadió la tribuna, tu testigo,
colmando de silencio los potreros.
De pronto, lloró el pueblo futbolero,
y el rival en el campo, y tu enemigo,
y un gol enmudeció, el que fue tu abrigo,
producto de tu don de delantero.
Eterno, quedarás en la memoria
del hincha que vibró con tu gambeta
un domingo de sol en una cancha.
Y siempre serás parte de la historia,
tu gloria quedará en la camiseta,
no hay duda, la pelota no se mancha.
AUTORA: Beatriz Chiabrera de Marchisone
Clucellas (Santa Fe- Argentina)
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