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(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

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viernes, 18 de diciembre de 2020

"Pelusa, un héroe con alma de juglar" (por Nélida Baros Fritis) TALLER VIRTUAL 10

     El día 30 de octubre de 1960, en Lanús,  cerca de Buenos Aires, nacía el Pelusa, un  pequeño niño que venía al hogar de don Diego y Dalma. La humildad y el cariño de ambos padres comenzaban  a poner alas en su hijo, quien crecía y  mostraba sus destrezas jugando con una pelota de trapo. Buscando una mejor situación de trabajo  se fueron a vivir a Villa Fiorito  y el Pelusa, años después,  contaba un chiste, “yo vivía  en un barrio privado de Buenos Aires, privado de agua, de luz y teléfono”. Él siempre soñaba con un mundo mejor y aunque no tenían riquezas, sus padres tenían amor. El tiempo pasaba como  las nubes dejando una estela gris en los cielos, anunciando lluvias que pronto desaparecían, el paisaje quedaba pintado de mil colores y los niños salían a jugar  pateando piedras o a vender los diarios.

Pelusa  tenía nueve años y  seguía a su padre cuando iba a entrenar a un grupo de niños en la cancha de futbol, todos salían embadurnados de tierra roja. Él regresaba a casa junto a su padre quien se asombraba  al ver las destrezas de su  pequeño con la pelota.

El equipo infantil “los cebollitas” le abría las puertas. Contra viento y marea el Pelusa se levantaba muy temprano, iba a clases  en las  mañanas y en la  tarde  entrenaba en la cancha. Era un niño  que podía entretenerse en diversos juegos con sus hermanos, la falta de recursos no ofrecía otras posibilidades. Una noche  no lograba dormirse, tenía sed y  se levantaba sigilosamente por un vaso de agua; se acostaba preocupado, no había hecho sus tareas  y la luz de la vela era deficiente. En la penumbra  lloraba, nadie   se daría cuenta que él estaba triste. Dormitaba, en sus oídos una voz le decía: ¡Corre Pelusa, corre! Quita la pelota al goleador, hace cachañas, al lado izquierdo si él  tira al arco con el pie derecho. No importa que tengas hambre, olvídalo, sigue corriendo, corre, corre no te detengas. ¡Bien, bien! ¡Síguela, síguela! ¡Golgolgool, goool del Pelusa! Seguía durmiendo, al día siguiente mamá Tota decía.-Hijo, venga a tomar un té de hierbas con tortilla de papas. Silenciosamente iba a la mesa con sus hermanos y padres a tomar desayuno y a la escuela.

En las tardes,  él  iba a entrenar,  pateaba la  pelota jugando al ajedrez aunque estuviera sólo en la cancha. En ese momento él colocaba los cimientos del mañana, sabía que  tenía que lograr su propósito  para ser un goleador. Cuando la tristeza lo abatía y el silencio lo atrapaba, se quedaba con los ojos cerrados y de pronto algo iluminaba su mente, y veía que la pelota llegaba, él de un cabezazo, la introducía al arco. Abría los ojos, no había nadie despierto en su habitación, una voz llegaba a su oído. “Pelusa, piensa que mañana estarás mejor, pasará el hambre y el cansancio.

Recapacita que la vida tiene un premio para ti, no desmayes” Después de oír esa voz, no dormía, además tenía miedo de contarlo a su familia. Doña Tota le iba a prohibir que fuera a la cancha.

Doña Tota, preocupada por ese cansancio que Pelusa presentaba, le decía.-¡Hijito, demasiado ejercicio te puede hacer daño, comes muy poco, tienes que descansar!-

-¡No puedo mamá! Tengo que ir a entrenar o quedaré  chaparrito- Se despedía de mamá con un beso en la mejilla.-

El tiempo trotaba, “los cebollitas” llenaban los alrededores  de la cancha con  un público entusiasta que gritaba a rabiar.- ¡Pelusa, Pelusa! ¡Corre, corre! Achúntale  ¡Gool goool! ¡Viva, viva! ¡Gool, goool ! El partido  llegaba a su fin entre gritos y aplausos.  Pelusa paseaba en andas de sus compañeros, aún no terminaba la algarabía provocada por la gran asistencia de público, entre ellos su padre y hermanos.

En el diario el Clarín,  un periodista deportivo  seguía de cerca a los equipos de los barrios de “Corrientes”,  escribía una nota. “El mejor futbolista que tendrá Argentina a futuro es el Pelusa , que integra  el equipo de  futbol “Los cebollitas”. El barrio  Fiorito lo vio crecer, es un adolescente que tiene piernas de oro para correr…”

A los 16 años, en 1979, lo convocaba la selección Argentina y fue el mejor futbolista sudamericano del año. Este triunfo le sirvió mucho para borrar el mal momento en que Menotti no lo convocó a la selección…El Pelusa ya tenía nombre, después de una derrota con River en un clásico, recibía el Premio Clarín y Olimpia  al mejor deportista argentino del siglo.

El Pelusa, transformado en un joven,  siguió escuchando al amigo que le hablaba en sus sueños- “Amigo, el poder es tuyo, tienes que seguir tu estrella, sigue entrenando, la fuerza está en ti…”-

Se convencía de su dominio para lograr sus propósitos frente al equipo contrincante. Los premios se sucedieron: Desde el año 1981 a 1983, ganó 10 títulos, como el balón de oro, y en Barcelona le entregaron la Copa del Rey. El héroe que hacia llorar a sus compatriotas por su triunfos, llegaba a ser protagonista de la farándula mundial y también los hacía reír. Impactaba al mundo siendo activista político. Sus compatriotas  lo apoyaban y seguían, de pronto lo rodeaban falsos amigos y aparecían ángeles negros que robaban sus estrellas. Bebía hiel y quedaba sumergido en un sueño que lo arrastraba inevitablemente a la destrucción. Ya había desaparecido el Pelusa, el muchacho, el joven que en los momentos de tristeza les devolvía la sonrisa a los argentinos con sus triunfos en la cancha. El pibe, ahora era Diego que se quedaba dormido para siempre ante la mirada atónita de sus seguidores.                  

AUTORA: Nélida Baros Fritis

Copiapó  (Chile)


TALLER VIRTUAL 10

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