Sus miradas silenciosas son ausencias que se sienten.
Comidas ricas, caseras, realizadas con esfuerzo, amor y paciencia en cada plato lucieron.
Se acerca la hora del brindis y no hay bandejas ni copas de cristal.
Cada uno piensa en sus cosas, deseos bien diferentes, menos unidos pero siempre fuertes.
Aparecen los regalos, risas, llantos y abrazos que dan fortaleza, gestos muy positivos, poniendo lo mejor para apostar al mundo nuevo.
Adultos, jóvenes y niños corren ansiosos y risueños en busca de Santa Claus.
El regocijo de turrones, sidras, budines y el infaltable pan dulce... ¡Eso también cambió!
Añorando, los adultos levantan las copas, un "chin chin" por los ausentes, un "Te quiero" y se acabó.
Otras comidas modernas con aroma a congelados, celebrando nuevos anhelos... cosas materiales.
Se acercan otras caras, novios, parejas, familias ensambladas: ¡Todo nuevo!
Historias se comparten, ahora toman champán, han cambiado el lechón y prefieren lo vegano.
Todo rápido cambió, el arbolito quedó, menos luces, otros adornos, pocos cohetes se escuchan, hoy son bengalas con luz.
Selfie, videos, mensajitos por chat y fotos sin rollo...
¿Donde quedó aquella navidad? Adaptarse cuesta un poco, aunque hoy se disfruta más.
AUTORA: Miriam Fernández
Mar del Plata (Buenos Aires- Argentina)
No hay comentarios:
Publicar un comentario