Cargó la mochila
con artículos básicos, se vistió de ilusión y con la mirada fija en el nuevo
amanecer que se imponía ante él, salió a encontrar su propósito.
El mapa, solo presente en su cabeza,
era el borrador resultado de horas y horas de soledad, angustia y búsqueda de un
sentido. ¿Quería encontrar un propósito o un sentido?, más bien, un propósito
que le dé sentido al viaje.
Pese a tanto tiempo de garabatos y
bosquejos, la ruta estaba borrosa, el punto de partida era difuso y más aún el sendero.
Tímidamente, el objetivo alcanzaba algo de nitidez.
La amenaza de toparse con piratas o
tribus poco amistosas lo perturbaba. El terreno sinuoso, las montañas y
pantanos, le daban miedo y la posibilidad de equivocar el camino, terror.
Al poner el primer pie en el exterior
de su cómodo hogar tuvo algo de claridad por primera vez y comenzó a entender.
Una nueva sensación se apoderó de él, una energía extraña lo movilizaba, el
miedo seguía estando, aunque ahora en segundo plano, por detrás de la inmensa motivación
y curiosidad que sentía. Comprendió que su meta siempre había estado a sólo un
paso, a una decisión.
Sí, quedaba un largo viaje por
delante, pero no le importaba porque se sentía capaz, ya estaba afuera.
AUTOR: Bruno Giménez
Lehmann (Santa Fe – Argentina)
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