La partitura desmigaja sones acompasados,
el llanto corre, soslaya surcos de tiempo y
el recuerdo se aferra a la mente.
Ausente, aún permanece incólume.
Una rosa, última ofrenda de la quimera,
reposa sobre el piano
viva, tan viva como el amor…
“… es tan largo el olvido…”
La copa yace vacía,
hueca del elixir embriagador
que obnubiló sentidos.
El piano, silente testigo de encuentros
aguarda
impaciente las manos que
emanarán suspiros, mientras
el corazón late ahogado en sollozos.
Duele la ausencia y el descuido.
San Francisco (Córdoba- Argentina)
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