Una noche muy oscura, negra como los ojos del
diablo, el pirata Mala Pata salió de la taberna donde bebía unos tragos para
olvidar sus penas, y se encaminó hacia el barco que lo esperaba anclado en las
frías aguas del océano.
Se llamaba Mala Pata porque un día, estando muy
borracho, metió la pata en un hormiguero y salió gritando y saltando como loco.
Cuando sus compañeros le preguntaron qué le pasaba, él gritó: ¡Mala Pata, mala
pata!, y desde allí le quedó su nombre.
Le rendía honores a su apodo, siempre andaba
metiendo la pata donde no debía, un día se equivocó de barco y fue a parar a
una barcaza vieja y abandonada donde los peces se habían refugiado de la
tormenta. Ocurrió entonces que los peces, en su loca carrera para escaparse del
pirata a quien creían su enemigo lo chocaron y mordieron por todos lados,
resultó que una de sus patas fue la más mordida. Su hermosa bota fue destrozada
y otra vez tuvo que soportar la mirada burlona de sus camaradas diciéndole:
¡Ay, Mala Pata! ¡Mala Pata!
Ya cansado de que se burlaran de él todo el tiempo
decidió que cambiaría su destino. No bebería más …en la misma taberna que sus
amigos… ¿Qué pensaron? ¿Que Mala Pata iba a dejar de beber?
¡No! Solo cambió de taberna. Ahora iba a una más elegante,
donde los vasos estaban más limpios, donde junto con la cerveza le servían unos
manicitos exquisitos. Esa noche se marchó muy feliz, pero se equivocó de
camino.
Para llegar debía atravesar un bosque de gigantes
árboles que se mecían enfadados con el viento que los atosigaba arrancándole la
paz desde sus entrañas. Pero ocurría que había dos bosquecillos enclavados
justo en la cruz del camino, uno al Este y el otro al Oeste. Mala Pata debía
tomar el del Este, pero su borrachera le cambió el sentido al horizonte y se
encaminó por el del Oeste.
El sendero entre los árboles daba un giro a la
derecha y desembocaba frente a una oscura y tétrica cueva. Los caminantes
debían sortearla, saltando por encima de las rocas que oficiaban de techo de la
misma. Cuando el pirata quiso saltar sobre la cueva, unos ojos rojos lo
detuvieron mientras un espeluznante aullido le caló los huesos. Sin pensarlo
dos veces sacó su puñal y entró a la cueva dispuesto a despanzurrar al malvado ser.
Allí entremezclado con una tenue luz mortecina que
ingresaba por el frente y la oscuridad malsana de la cueva, se presentó ante él,
el hombre lobo más grande que había visto en toda su vida, y eso que había
matado a muchos monstruos, pero como aquel ninguno.
Arremetió contra él y en la primera estocada Mala Pata
quedó revolcándose en el suelo, pero se dio cuenta que lo había ensartado por
el líquido viscoso que bañaba su puñal.
El salvaje hombre lobo salió aullando de la cueva,
dejando, en el piso de la misma, una mochila.
Mala Pata se acercó sigiloso por temor a que hubiese
otro animal, pero al ver que estaba solo en el interior de la cueva, comenzó a
sacar las cosas del bolso y a arrojarlas al suelo. Entre ellas, un papel le
llamó la atención, era un mapa.
Mala Pata lo sentía en sus tripas, no era hambre,
era la sensación de que su destino había cambiado. Observó más de cerca el
mapa, tenía un sendero marcado con cruces y al final del mismo el dibujo de un
cofre. ¡Por supuesto! Era el mapa del tesoro del Pirata Peor Pata.
Peor Pata había sido un pirata muy conocido
justamente por meter siempre la pata donde no debía, sin embargo, se contaba
que había robado un gran tesoro al Rey, y que aún después de su muerte nunca se
había encontrado.
Era la gran oportunidad de su vida. Encontraría el
tesoro de Peor Pata y buscaría a su doncella para casarse y formar una familia.
Trepó rocas, cruzó ríos, luchó con animales
salvajes, despellejó un tiburón, arremetió contra las olas del mar embravecido
y al final llegó al lugar donde se ocultaba el tesoro.
Lo desenterró y allí, frente a sus asombrados ojos,
quedó el viejo y destartalado cofre con sus tesoros. Lo abrió y quedó deslumbrado
por el brillo de la primera capa, joyas y oro en polvo, continuó escarbando y
comenzó a encontrar muchos papeles escritos.
Un poco desahuciado por el hallazgo decidió
llevárselo a su bella dama, ya que él no sabía leer. Su doncella se emocionó al
verlo llegar con el cofre al hombro y juntos comenzaron a contabilizar el
tesoro descubierto.
Mala Pata estaba triste, pensaba que su novia se iba
a enojar cuando viera que debajo solo había papeles, ¡pero no fue así!
La joven comenzó a leer en voz baja los carteles y a
suspirar y agradecerle por tan hermoso regalo.
Mala pata no entendía nada. Entonces preguntó: ¿Qué
dicen los papeles?
La joven doncella leyó: AMOR, TESORO, PASIÓN,
SOLIDARIDAD, COMPASIÓN, PAZ, LEALTAD.
_Estos son algunos de los papeles que has
encontrado, el tesoro más grande del mundo, Mala Pata_ dijo la joven-_Es lo más
hermoso que me podrías haber regalado.
Y juntos fueron felices por siempre.
¿TE ANIMAS A ESCRIBIR OTROS MENSAJES POSITIVOS PARA
MALA PATA Y SU DONCELLA?
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