El ocaso se esparce en mi balcón, entre líneas de cerámica llega a
mi rincón, el suave murmuro de las
palmas se acerca,la respiración lejana de mi madre se resiente, el silencio de
la música de mi hija taconea. Y yo
alboroto mis cajones para apurar las horas hasta la noche.
¡Bingo! encontré una
llave perdida, a la espera del regreso de mi tierra. Una llave de un cofre vencido por los años, llena de recuerdos, fotos y cartas, abandonadas
por el nuevo futuro en tierras Canarias. Siempre buscando excusa para abrir el
cofre, “nunca tengo tiempo”, me decía, y ahora tengo todo el tiempo del mundo,
Encuentro pasajes de
Venezuela a España, hojas marchitas de
amores de infancia, fotos de mi niña con rulos de risa espontanea, servilletas con
frases sueltas de amor, cuando la copa de vino invitaba.
Cartas de mi abuela soñolienta con
aromas de naftalinadando lecciones de amor, urbanidad y valentía, fotos de las
marchas interminables con mi peña aguerrida que sigue vigente gritando
libertad, recortes de periódicos que anunciaba su final. Oraciones de
catequesis que dejaron huellas en el alma, estampitas de la virgen intactas, carta
de amores prohibidos que nunca fueron enviadas.
Mientras, mi alma se derrumbó y la noche llegó, la magia del ocaso no estaba, mi madre dormía, mi hija
soñaba y yo lloraba entre lágrimas amargas y recuerdos de mi vida pasada.
AUTORA: Beatriz Martín- Santa Cruz de Tenerife (España)
No hay comentarios:
Publicar un comentario