El viejo baúl estaba siempre como un banco a los pies de la cama de sus padres y nunca reparó en su existencia a pesar de subirse muchas veces por ahí hasta la cama para jugar.
La maestra le había pedido fotos antiguas y su madre abrió el misterioso recinto.
No sabía que ella guardaba allí recuerdos de familia muy antiguos y otros muy recientes.
Allí habitaban muchas hojas y documentos desgastados, algunos arrugados y olvidados; cuidados de algún modo de la corrosión del aire y la luz.
Prendidas de un viejo y herrumbrado broche había dos fotos amarillentas y ajadas, como separadas del resto, vaya a saber, por qué motivo.
Todo esto era como encontrar un tesoro escondido. Estaba entusiasmado y la curiosidad lo invadía.
Estiró la mano y tomó las fotos sostenidas por el broche y grande fue su sorpresa cuando vio en las imágenes al mismo hombre con el que había soñado la noche anterior.
Preguntó con asombro a su madre quién era.
Ella respondió:
- Era mi abuelo paterno. Vino de la India en el año catorce, escapando de la guerra, escondido en un barco.
Murió cuando yo tenía diez años.
- Anoche lo conocí en mis sueños – respondió el niño, con naturalidad.
AUTORA: María Elena Singh
la Carlota (Córdoba- Argentina)
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