Hoy tengo sólo la
llave entre mis manos: mi corazón abatido, me permite solamente pensar, pensar
y llorar, te fuiste muy apurado, a pesar que nunca te gustó la prisa, mas la
partida fue así muy de prisa, no te reclamo nada, sé aceptar la voluntad de
Dios y respetarla aunque por dentro tengo destrozada el alma.
Tantas veces a la llave le pregunto cómo tengo que hacer para abrir
nuevamente el corazón y encontrarte, ella está muda, helada como estaba
tu rostro en el último beso, el de mi despedida. Mis
labios tibios quisieron abrigarte pero el frío de la muerte es claudicante, si
hasta me pareció que quiso instalarse en mi corazón, pero fue sólo un instante
porque yo tenía la llave, quién podría entrar si tú… estabas… ya muy lejos.
Ella ahí, manteniendo su helada presencia; más la llave sí, tomó de
la tibieza de mis manos y hasta fue braza ardiente, transmitiendo
el calor de ese amor que ella bien conocía.
Ayer la dejé sobre la almohada, mis manos temblaban,
retiré el broche que sujetaba los sobres, fui abriendo uno a
uno, leí y releí tus cartas y las mías, las de los tiempos en que nos
escribíamos, cuando era imposible vernos, esas de los años de adolescentes…cuántos
planes… cuántos besos y abrazos todos juntos, algunas pocas fotos de salidas
fortuitas, las que tanto disfrutábamos. La llave entendía mi pena y tal como yo
le hablo, me invitó a guardar todo y dejarla que ella se encargue…
AUTORA: Leonor Ase de D´Aloisio
Pergamino- (Buenos Aires- Argentina)
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