En Estación Central en calle
el Guanaco n°510 en los años 60 se ubicaba la casa de la costurera, Sra. Rosa
Rojas G. A ese lugar había llegado Emily González R., desde Copiapó. El
propósito de la jovencita era trabajar y aprender costuras, la mejor maestra
sería su tía Rosa. La sobrina joven y buena moza, de carácter amable y
servicial se convirtió en una magnifica compañera de la tía. Emily aprendía rápido
y disponía toda su atención para el trabajo de costurera que se presentaba en
el taller. Era creativa, tenía buen gusto para seleccionar colores y modelos
que atraían a la clientela. En poco tiempo las ganancias aumentaron, lo que
obligaban a una expansión del local y emplear dos operarias. Una de alta
costura y otra para ropa de uso diario, al sacar cuentas pagaban los gastos y
se repartían las ganancias. Al año siguiente el invierno visitaba a la tía Rosa
y se la llevó. La sobrina quedaba dueña del taller. Trabajaba bastante para
juntar más dinero, no tenía amigas excepto, la dama que cocinaba y hacía los
quehaceres de casa.
Emily gustaba de
comprar muchos libros de diversas materias, pinturas de gente famosa, le
apasionaba la música romántica y la clásica. En su taller no faltaban revistas
de moda en un librero y una radio donde se oían las voces de cantantes de moda.
Pronto en su local ingresaban esposas de comerciantes, señoras de políticos y
se relacionaban bien con personas más letradas o estudiantes universitarias.
Entonces Emily dejaba entre las clientas unos papelitos con su número de
teléfono. “Lectura del tarot, se escriben cartas de amor” consulte horario.
La costura
producía buenos dividendos, el tarot y las cartas de amor contribuían al
aumento de sus ahorros. No depositaba el dinero en los bancos, lo guardaba entre
los libros, las joyas que llegaban en parte de pago por sus servicios las depositaba
celosamente en un cofre. Guardaba cartas y fotos, lo cerraba con una llave
dorada, que en su parte superior tenía dibujado arabescos en forma de flor, la
cual colgaba con una cadena en su cuello. Nadie tenía idea de que ella guardaba
toda su riqueza bajo las tablas del piso, era un pequeño subterráneo. Encima de
la puerta, ubicaba un escritorio grande, con su computador y una radio.
Un día apareció
un joven de ascendencia árabe que, la cortejaba e invitaba a salir a los
grandes espectáculos de ballet, musicales y ópera. Ella viajaba a diversos países
de Europa, América, poseía una gran cultura y estaba decidida a casarse. Vendió
el taller y sus máquinas de coser, una la regaló a la empleada, ordenó sus cosas
y esperaba que terminara el verano para que llegara el joven Josep Rek, que
había ido a buscar a su madre a la ciudad de Valdivia. Lamentablemente, ese
día 2 de marzo del año 2000 la radio
emitía una noticia que dejaba helada a Emily. El joven empresario Josep Rek sufrió
un lamentable accidente automovilístico chocando con un camión, cuando salía de
Valdivia para tomar el camino hacia Santiago. Fallecieron en el acto sus
acompañantes, su madre y hermana.
Emily perdía el
rumbo, sumida en la tristeza, no se levantaba ni comía. Una de las costureras
comenzaba a visitarla y hablarle de la biblia, lentamente fue recuperando las
ganas de vivir. Entraba a la pieza donde tenía el escritorio y sus colecciones
de libros, leía varias horas sin que nadie la molestara. Escuchaba música y
aparentaba cierta alegría. El día jueves amaneció triste, escribió una carta
dirigida a su hermana Lucy, la cual no veía desde hacía 30 años, le explicaba
que se hiciera cargo de la casa y todos sus enceres. El abogado Pascal Luna,
estaba encargado de entregarle la escritura…….
Al anochecer
recordaba que en otoño sufría de alergia y necesitaba que Micaela pusiera la
estufa. Cuando la empleada apareció, pidió un café con leche y galletas. Una hora
después, Mica…fue a retirar la bandeja con la taza y ella le dijo “inclina tu
cabeza y le puso en el cuello la cadena con la llave”, “Esta llave es tuya, es
un tesoro, cuídala.” A la mañana del día viernes Micaela notificó por teléfono
a la hermana para informar el fallecimiento de su patrona.
Llegó la hermana Lucy, tres nietos y su madre, después
de sepultarla,estuvieron días y noches y nunca encontraron el tesoro. El tesoro
de Emily, la Tía Rica de la familia quedó en otras manos, descubrieron mucho tiempo
después el acertijo que conducía al cofre del tesoro que se abría con la llave
dorada. Todo estaba escrito en un libro de poesías y pegado en un poema de
Machado.
AUTORA: Nélida
Baros Fritis
Copiapó (Chile)
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