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LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

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y en otras librerías del país.

jueves, 7 de mayo de 2020

"Un muerto en el ropero" (por Jorge Emilio Bossa) TALLER VIRTUAL 3



Mía, una estudiante quinceañera, visitó a su abuela Hortencia para hacerle un pedido…
- Abu, en el colegio estamos colaborando con el museo municipal. Nos pidieron que, si podemos, donemos un objeto antiguo.
- Y vos pensaste que esta vieja algo de eso debe tener ¿no?
- Si, ja, ja. Puede ser una herramienta, un utensilio de cocina, un retrato…
- Uyyy. En el altillo tengo unos cuadros ovalados con las fotos en blanco y negro de mis nonos, los tatarabuelos tuyos. No recuerdo dónde están guardados.
- ¿Vamos a buscarlos? Así de paso los conozco.
- Vamos, querida, pero despacito que hace rato que no subo esas escaleras.

Al llegar al desván, la adolescente se asustó. La puerta crujió, por falta de aceite. La luz de la sala era tenue, producto del polvillo acumulado sobre la lámpara. Las telarañas formaban grises cortinados en el lugar. Por si fuera eso poco, el hedor era bastante desagradable…
- Abuela… ¡Qué olor! ¡Debe haber un gato muerto acá adentro!
- Debe ser por la humedad. Hacía años que nadie ingresaba aquí. Voy a abrir la ventana.

Hortencia abrió los postigos y una bocanada de aire fresco invadió el cuarto.
- Abu, acá no veo ningún cuadro.
- Debe estar metido por ahí. No sé dónde guardé ayer el recibo de la jubilación, menos aún dónde están esos viejos retratos que hace años traje aquí. Ayudame a buscarlos…

La joven y la sexagenaria mujer hurgaron en los cajones de una antigua cómoda. En uno de ellos, entre papeles amarillentos, hallaron una vieja llave…
- Debe ser del ropero, Mía.
- Sí, porque no puedo abrir una puerta…

Con mucho esfuerzo, ya que el cerrojo estaba duro, Hortencia logró el objetivo. Acto seguido, el horror se apoderó de ambas… Dentro del mueble había un cadáver, en muy avanzado estado de descomposición. El mismo, de aparente sexo masculino, yacía sentado. Estaba desnudo, abrazando sus piernas dobladas y con la cabeza apoyada en las rodillas. En un rincón del pequeño habitáculo había un par de zapatos, semicubiertos por un bollo de ropa. Apresuradas e impresionadas, ambas bajaron las escaleras…
- Abuela… ¡No sabía que eras una asesina!
- ¿Cómo te atrevés, mocosa, a decir semejante barbaridad?
- Explicame lo del difunto entonces…
- Mirá… Reconozco que mi memoria es frágil, pero no recuerdo haber matado a nadie.
- ¿Y entonces???
- Te repito que no tengo la menor idea de cómo apareció ese muerto en el ropero.
- ¿Y ahora qué vas a hacer?
- A ver… Deshacerme de él es muy difícil. Si lo dejo ahí no voy a poder dormir sola en esta casa nunca más. No me queda otra opción que avisar a la policía.

Cumplida la denuncia, los efectivos hicieron a la anciana varias preguntas. Tras retirar el cadáver y cumplir diversas investigaciones, un fiscal informó a la anciana…
- Se trata de Víctor Domínguez, desaparecido hace dos décadas. Tenía cuarenta y nueve años, era soltero y mujeriego. De un día para otro se lo tragó la tierra. ¿Usted lo conocía?
- Siii… Ahora lo recuerdo. Era muy buen mozo.
- ¿Cuánto lo conocía?
- ¿Qué está insinuando, fiscal?
- Dicen que Domínguez tenía varias amantes…
- ¡Me está faltando el respeto!
- Disculpe, pero no podemos descartar ninguna hipótesis…
- ¿Y cuál sería la suya?
- Por ejemplo… que hayan tenido un romance y su esposo, como venganza, lo mató.
- Mi esposo, que en paz descanse, era incapaz de matar una mosca.
- ¿A qué se dedicaba él?
- Era viajante. Murió en un accidente, hace poco más de quince años.
- Entonces, él vivía en el momento del crimen.
- Sí, pero yo no creo, no creo…
           
El fiscal no quería ser grosero. Sabía que la viuda nunca fue una santa y que ese era el camino de la verdad. Hortencia, mientras tanto, luchaba contra su mala memoria para buscar una respuesta a este interrogante que cada vez la intrigaba más. El inspector hizo la pregunta inquisidora que se clavó en el alma de la anciana…
- No quiero ofenderla, pero… ¿Víctor Domínguez nunca estuvo en su casa mientras su esposo andaba de viaje?
- Mhhhh… No recuerdo, señor fiscal.
- ¿Cómo “no recuerdo”? ¿No está segura?
- Perdóneme. No le estoy mintiendo. Sucede que soy muy olvidadiza y despistada.
- Haga memoria, Hortencia. ¿Su esposo no regresó antes alguna vez y…?

La mujer frunció el ceño, mientras navegaba en su frágil lucidez. El fiscal sentía haber llegado al nudo de la cuestión. La abuela, confundida, balbuceó…
- Puede ser, fiscal, pero tengo tan mala memoria. Le doy un ejemplo… ¡Nunca recuerdo dónde guardo las cosas! Es más… ¡A veces ni siquiera recuerdo haberlas guardado!!!


AUTOR: Jorge Emilio Bossa- San Francisco (Córdoba- Argentina)

TALLER VIRTUAL 3

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