POESÍA. NARRATIVA. INFORMACIÓN LITERARIA. CONCURSOS. AUTORES CLÁSICOS Y NÓVELES


Puedes pedir los libros de la autora al mail: beamarchisone@gmail.com (envíos a todo el país)

LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

Los encontrarás:
En Rafaela (Santa Fe): en Librerías "EL SABER", "PAIDEIA" y "FABER".
En San Francisco (Córdoba): en Librería "COLLINO"
y en otras librerías del país.

miércoles, 13 de mayo de 2020

"La casa de mi abuela" (por Ricardo José Montenegro) TALLER VIRTUAL 3



Ya ni recuerdo de dónde era la llave. Quizá de la puerta o el cajón de un mueble antiguo de esos que abundaban en la vieja casona de mi abuela. El clip era otro misterio. Seguramente sostuvo entre sus mandíbulas desdentadas un conjunto de papeles de los cuales tampoco quedan memoria, quizás con anotaciones importantes. Anotaciones que se borran con el paso del tiempo cuando sus dueños mueren y de a poco no va quedando nadie que los recuerde.
Yo conocí aquella casa. Era de estilo inglés con paredes de ladrillos a la vista y ventanas de madera pintadas de verde con vidrios emplomados formando dibujos tales como ignotos escudos de armas supuestamente falsos ya que mi abuela no tenía ningún antecedente noble entre sus ancestros
En realidad la riqueza de mi abuela había sido amasada por su padre, el viejo Charles Landfort. Cualquiera que haya vivido por la zona ha oído de Landfort. Era un empresario para los habitantes del pueblo que ignoraban sus verdaderas actividades presuntamente ilegales. Un self made man nacido en la más pobre de las casas del más pobre de los barrios y aun siendo joven ya disponía de dinero suficiente para comprar la mitad de los negocios de la ciudad.
No tuve la suerte, o la desdicha, de haber conocido a mi bisabuelo. En mi niñez solía escuchar a mis padres conversando sobre los negocios de Landfort hasta que reaccionaban y dándose cuenta que yo estaba allí me echaban de la sala mandándome al dormitorio. Por lo tanto nunca tuve, entonces, una clara idea de cómo adquirió su riqueza.
Y ahora, estoy sentado mirando los objetos que quedaron luego de que la casa de mi abuela fuera demolida pues mis padres vendieron la propiedad y la compró un empresario de bienes raíces que tenía proyectado construir un gran edificio de departamentos.
Muebles y toda clase de obras de arte fueron rematados en una enorme carpa situada en el mismo terreno. Y allí es donde estoy. Mirando sin poner demasiada atención. No soy afecto a las cosas antiguas. Soy amante del modernismo.
Pero esos papeles viejos, ajados y amarillentos, el clip y la llave han captado mi curiosidad y no me explico por qué. Son como un imán del que no me puedo desprender.
¿Por qué esos papeles sin anotaciones estaban acomodados como si fueran importantes? ¿Por qué estaban en blanco? ¿Alguien los dejo como al descuido? ¿O quisieron dejar un mensaje? ¿Y por qué yo me sentía tentado de tomarlos y estudiarlos?
No resistí el deseo. Tomé la llave y abroché los papeles con el clip y me los llevé a casa. Estuve varios días mirándolos sin darme cuenta que ya se habían convertido en una obsesión. Y probablemente hubiera seguido así si no hubiera sucedido lo que sucedió.
Una de las hojas quedó cerca de la pava caliente que usaba para el mate. Cuando la separé me di cuenta que se estaba formando un texto que estaba invisible antes de que le llegara el calor.
La escritura indicaba un plano de la casa y un punto marcado. Con lo que sabía de la distribución me di cuenta que era el sótano, al que nunca accedí pues su puerta siempre estaba cerrada con llave. ¡La llave!
Tome el resto de los papeles y los acerque al calor. Con gran sorpresa pude ver que se trataba de una lista de cantidades de dinero y hasta de lingotes de oro. ¡Era evidente que estaban escondidos en el sótano!
Salí corriendo de mi casa. Lo hice tan rápido como pude. Al llegar al terreno ya vacío y rodeado de una alta valla pude ver que todavía había operarios trabajando. Quise entrar y no me dejaron. Intente usar la fuerza pero eran varios y lograron echarme de nuevo a la vereda.
Impotente, no se me ocurrió mejor idea que revelarles mi hallazgo con ellos para que pudiéramos compartirlo. Una gran carcajada a coro fue la única respuesta.
Mientras tanto, la grúa levantaba un enorme arcón de madera y lo depositaba en un camión. Los operarios no dejaban de burlarse de mí.

AUTOR: Ricardo Jose Montenegro
Villa Ballester  (Buenos Aires- Argentina)

TALLER VIRTUAL 3

No hay comentarios: