Aquella noche la mujer
se quedó dormida, apenas se acostó sobre la mullida cama, estaba exhausta.
Dormía muy
profundamente, cuando de pronto, se despertó sobresaltada, parecía oír a lo
lejos una voz que la llamaba, abrió los ojos pero en la oscuridad de la
habitación no vio a nadie. Intentó dormirse nuevamente. Cuando lo logró,
nuevamente aquella voz insistente le habló diciéndole que tenía trabajo que
hacer, esta vez vio a una figura totalmente blanca, muy luminosa, que tenía una
llave muy antigua de color dorado y amablemente la invitaba a seguirla, la
mujer se incorpora y camina hasta aquella figura, al llegar allí las dos
aparecen como en un túnel, van muy de prisa, la figura blanca la calma diciendo
que todo está bien, al fin llegan a un lugar maravilloso, todo cubierto de
flores blancas, azules, rojas, de distintos colores y variedades, entran en una
habitación donde hay una mesa con dos sillas y un cofre. La blanca figura
acerca la llave a la mujer diciéndole que es el Ángel del Camino, que está ahí para acompañarla y
mostrarle algo, le indica que debe dar tres vueltas de llave para abrir aquel
cofre que tiene información muy importante para ella.
Cuando la mujer abre
el cofre, ve como dos fotografías muy antiguas, su papel está amarillento, ajado
por el paso del tiempo, tomadas con un clips de metal, le siguen otros papeles
en igualdad de condiciones, en uno de ellos aparece el número100, todo es un
completo misterio. Al mirar las fotografías la mujer no reconoce a nadie,
comienza a preguntar y el Ángel del Camino le responde que debe mirar,
observar, leer y grabar en sus retinas todo lo que allí vea, porque no puede
llevarse nada de allí, solo puede decirle que todo eso pertenece a sus
antepasados, los registros allí guardados son “su legado”, están escritos en un
idioma muy antiguo, que llegado el momento le será develado, pero todavía no es
el tiempo de hacerlo. Solo debe saber que esto existe y deberá prepararse para
la misión encomendada. La mujer se queda absorta, sin comprender lo que está
pasando.
Al ver la confusión,
el Ángel del Camino la tranquiliza, la abraza en señal de protección, le dice
que confíe que todo a su tiempo será revelado y así podrá entender. Ahora es
tiempo de prepararse.
La mujer y el ángel
comienzan a volver, primero muy despacio, luego muy abruptamente, tanto que la
mujer se despierta con una sensación de caerse de la cama.
La confusión es
total, ya no sabe a estas alturas si lo que pasó fue real o si fue un sueño.
Busca y busca incesantemente sin encontrar ningún indicio de que sea real.
Durante el día,
muchos pensamientos pasan por la cabeza de la mujer, mientras que durante la
noche, nuevamente el ángel muy suavemente le dice al oído: “empieza a
prepararte para lo que viene”.
Hace tiempo ya, que
está preparando su camino espiritual para llevar a cabo “su legado”, todavía no
es tiempo.
Ella sigue
preparándose y esperando el momento indicado, el número 100 es la clave de
todo.
Villla Carlos Paz
- (Córdoba- Argentina)
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