Hace aproximadamente 10 años, en un pequeño reino, ubicado en una
montaña, se encontraba un castillo de color blanco y rojo con techo celeste,
habitado por el príncipe Marcus. Por dentro era un lugar cálido, por eso en el
verano solían abrir muchas ventanas. Tenía una decoración interior muy bonita
con pisos de madera y piedras en algunas paredes. Las demás paredes estaban
pintadas de color hueso excepto le pieza del príncipe, que tenía la pared que
daba con el respaldar de su cama de color azul y las demás de blanco. Tenía
unos muebles de acuerdo con el estilo del castillo. El castillo estaba siempre
impecable, porque había empleadas que iban a limpiar todos los días.
Éste ocultaba un tesoro, capaz de curar
cualquier tipo de enfermedad, tenía una piedra mágica. La protegía un montón, ya que el día que fuera
necesaria, sería utilizada para el príncipe. La tenían guardada en una vasija de
cristal, dentro de una sala color hueso con una pared llena de piedras de
distintos tamaños. El cuarto era de un tamaño mediano, solo entraban cinco
personas a la vez. Era una habitación con vigilancia las veinticuatro horas.
Las únicas personas que podían entrar eran dos guardias con los que el príncipe
tenía máxima confianza, para poder retirar la piedra los días miércoles y así
las señoras que limpiaban no tenían contacto. El príncipe Marcus, podía pasar
cuando quisiera ya que era su piedra mágica.
Eso no era ningún secreto, todo el reino
estaba enterado. Siempre que alguien enfermaba, sus familiares se acercaban al
príncipe, para pedirle ayuda y curar a ese ser querido. Pero el orgulloso del príncipe
estaba negado a prestarle esa piedra a alguien que no fuera de su confianza. Sin
embargo, uno de sus guardias de confianza, en secreto, siempre ayudaba al que
lo necesitaba. Al guardia, le gustaba ayudar a toda persona que fuera necesario.
Así que siempre brindaba la piedra a toda
persona que iba a hablar.
En el reino, se encontraba una niña de once
años, que tenía gripe. Los médicos, les
comunicaron a sus padres que una manera
de salir rápidamente adelante, o sea que se cure rápido, era a través de esa
piedra mágica. Apenas se enteraron de la noticia fueron lo más rápido posible
hacia el castillo, para así pedirle al príncipe la piedra para curar a su niña.
Sabían que pedirle al príncipe era una tarea difícil. El castillo quedaba a
unos dos kilómetros del pueblo. Al llegar al lugar le explicaron la historia,
que era su única hija y que sería de gran ayuda. Pero con el orgullo bien firme
les dijo que era algo que no iba a suceder. En ese momento los padres empezaron
a insistir. Pero siguió negándose. El príncipe les pidió a los guardias que les
tenía más confianza, que llevaran a los padres a la salida.
Al
llegar a la salida, un guardia entró al castillo y el otro se presentó y les
dijo que los iba ayudar, porque ayudaba a todo el que lo necesitaba, pero
tenían la condición de no decirle a nadie, excepto a los médicos, ya que ellos
sabían cómo manejarla. Simplemente que tengan una tolerancia de dos días ya que
todos los miércoles ellos buscan la piedra para que las señoras que limpian no
tengan ningún tipo de contacto. Acordaron encontrarse a los nueve de la mañana
en una plaza. No iba a haber ningún tipo de inconveniente porque cada quince
días llevaban la piedra a lustrar y para ese miércoles, tocaba ir. Los padres
accedieron al instante y volvieron felices, al llegar al hospital, hablaron con
los médicos y les contaron la historia, ya solo les quedaba esperar el
miércoles.
La niña se llamaba Elena, tenía unos ojos
color celeste claro y un pelo negro azabache, cortado por arriba de los
hombros. Tenía una nariz pequeña y pecas sobre ella. Era de estatura mediana.
Le encantaba jugar con muñecas. Era simpática, graciosa, charlatana y muy
educada. Era un poco directa y odiaba mentir. Tenía muchos amigos, los cuales
la acompañaron desde el día que le detectaron gripe.
Llegado el día, los padres fueron hacia la
plaza. Era un lugar con muchas flores, grandes árboles y diversos juegos para
niños. Contaba con un gimnasio simple. Era enorme. Siempre había alguien en la
plaza. Varones, de diversas edades, jugando al fútbol en alguna parte del
lugar. Adolescentes y niños dispersos en la plaza. Familias también había.
Llegaron al lugar acordado a las nueve menos
cuarto, querían estar con anticipación. Acordaron encontrarse en una esquina
del lugar. A las nueve en punto llegó el guardia y les entregó en una cajita de
terciopelo rojo la piedra mágica. Les dijo que apenas la curen se encuentren en
el mismo lugar, así se la devolvían y nadie se enteraba. Se despidieron.
Entraron al hospital, le entregaron la
piedra a los médicos y esperaron unos diez minutos. Fue después de esos
minutos, que sale un médico, mira a los padres y les dice que Elena estaba
oficialmente curada, que devuelvan la piedra mágica, la busquen y se vuelvan a
casa.
Ahí fue cuando fueron al punto de
encuentro, entregaron la piedra mágica y le agradecieron mucho al guardia.
Volvieron al hospital, buscaron las cosas y se fueron a su casa acompañados por
Elena. El guardia llevó a limpiar la piedra y volvió al castillo a seguir
trabajando, como lo hacía normalmente.
El guardia siguió ayudando a todas las personas. La familia siguió su vida
completamente normal. El príncipe siguió manteniendo su orgullo.
AUTORA: María Clara Chiabrera
CATEGORÍA 1: 12 años
Clucellas (Santa Fe- Argentina)
2 comentarios:
Felicitaciones María Clara !!! Cuánta creatividad!!! Serán las primeras redacciones de una futura escritora? Cariños .... Seño Melisa.
Felicitaciones Clariii!!!Emocionante!!! Estoy orgullosa de vos y tus palabras!!! Las alas son para volar...Y los sueños para cumplirlos...Te quierooo muchooo!!! 😍😍😍
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