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LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

Los encontrarás:
En Rafaela (Santa Fe): en Librerías "EL SABER", "PAIDEIA" y "FABER".
En San Francisco (Córdoba): en Librería "COLLINO"
y en otras librerías del país.

miércoles, 17 de junio de 2020

"La cuarentena de Tobías" (por Beatriz Chiabrera de Marchisone) TALLER VIRTUAL 4


  Cada noche, Tobías lee un cuento antes de dormir; sobre todo ahora, que debe quedarse adentro por todo eso de la cuarentena. Con sus nueve escasos años, tiene una biblioteca enorme, con todos los cuentos imaginados para la niñez. Los personajes son parte de su vida y su imaginación vuela a través de cada historia. Desde los entrañables Pinocho, Cenicienta, Blancanieves y Pluto, hasta los tétricos y sombríos Capitán Garfio y Cruela de Vil, entre otros, lo acompañan diariamente en osadas aventuras. Cada vez que lee, se sumerge en el mar con Nemo o la Sirenita, atraviesa bosques con siete enanos o vuela por el aire con Aladino. Y por la mañana, le cuenta a su familia que se escapó de un lobo o que rescató a una princesa.

  Pero una de esas noches que buscaba algo para leer ocurrió algo diferente. Encontró que los cuentos estaban vacíos; los personajes habían desaparecido, sólo quedaban los espacios y los paisajes. ¿Dónde se habían ido todos?

  Revisó la biblioteca de punta a punta, abriendo y cerrando cada libro. Pero nada. Inspeccionó debajo de la cama, detrás de las cortinas, en los cajones y estantes. Y nada.  Hasta que, ya entrada la medianoche, encontró un cuento que sí tenía personajes; la tapa era la imagen de un bello castillo en el medio de un bosque, entre colinas y cerca de un lago, y el título era: “El libro mágico”. Muy extraño; nunca lo había visto. Sin perder más tiempo, comenzó a leerlo.

 “Érase una vez, en un tiempo no muy lejano, que una plaga azotó al mundo. Pero había un lugar, sólo uno, que era seguro: un castillo que pertenecía al Príncipe de los Cuentos. Allí se dirigieron todos los personajes de todos los cuentos escritos por los hombres, para protegerse de esa terrible pandemia…”.

  Tobías no lo podía creer; a medida que daba vuelta las páginas, veía que todos los personajes de sus cuentos estaban allí, conviviendo en el castillo. Sin darse cuenta, frotó la primera página y algo mágico ocurrió: se encontró de pronto frente a la gran puerta que hacía de ingreso al Palacio. El bello paisaje que lo rodeaba lo impactó. Las montañas, a lo lejos, con sus picos nevados, se confundían con el cielo de nubes de diversos colores; el lago sereno espejaba los árboles del inmenso bosque donde estaba enclavado el castillo. Miró el portón de hierro y madera y, a pesar de que golpeó con su pequeña mano varias veces, nadie se asomó. Inmediatamente escuchó una voz desde lo alto. Cuando levantó la mirada, vio que Rapunzel estaba asomada desde una de las ventanas de la torre.  – Sube, Tobías! La puerta no se abrirá hasta que pase la plaga. Si estás aquí, es porque frotaste el libro mágico que cambia de nombre cuando cambia la historia.- le dijo, al mismo tiempo que extendía su largo cabello trenzado a modo de cuerda, para que él trepara. ¡Ella sabía su nombre! Quizás todos los personajes sabían los nombres de los niños que leían sus historias, pensó con ilusión. ¿Qué había querido decir con que el libro cambiaba de nombre?

  Cuando ya estaba dentro de la fortaleza, comenzó a recorrerla, y en el momento en que bajaba las alfombradas escaleras, se cruzó con los tres chanchitos que subían apurados. Por las ventanas podía ver los inmensos jardines del castillo, donde Bambi y Dumbo jugaban con una pelota, y el Lobo Feroz cargaba leña para la estufa. En el gran salón, Caperucita estaba bailando con el Gato con botas, y Donald con la Bella Durmiente, al compás del piano que tocaba Gepetto. En la cocina, se asustó al ver a Úrsula, la bruja del mar, que revolvía una gran olla, pero ella estaba preparando comida para todos, mientras un dragón- que no recordaba de qué cuento había salido-  echaba fuego para calentarla. Los malvados también tenían sus tareas: Maléfica estaba limpiando los grandes ventanales y La Bruja Cachavacha barría con su escoba voladora los interminables salones. El Sastrecillo Valiente estaba a cargo de mantener en condiciones las prendas de todos, y Peter Pan, que era el único que salía del Castillo, volaba hacia la aldea más cercana para buscar las provisiones cuando era necesario.  Había un gran clima de armonía y solidaridad.

  Tobías decidió que se quedaría allí hasta que terminara la cuarentena; quizás los personajes también regresarían cada uno a sus respectivos cuentos cuando todo finalizara.

  Cuando llegó la mañana, la mamá de Tobías abrió la puerta del dormitorio del niño, y se asombró al encontrar su cama vacía y un libro de cuentos sobre la almohada. Ella lo tomó y comenzó a hojearlo. Mucho se sorprendió al ver que en una de sus páginas, Tobías estaba jugando  a las escondidas con Pulgarcito y Alicia, la del País de las Maravillas.

  ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Cómo sacaría a su hijo de allí? Como no sabía qué hacer, comenzó a leer el cuento. Su sorpresa aumentaba a medida que iba avanzando con la historia.

“…pero un niño apareció de pronto en el palacio. Los personajes le dieron la bienvenida y lo invitaron a quedarse con ellos para transitar la peste que azotaba a las aldeas. Tobías aceptó gustoso pensando que podría jugar y compartir aventuras con sus héroes, y por qué no con los villanos. Le tocó compartir la habitación con Gulliver, el de los viajes fantásticos, y con Harry Potter,  quien de noche dejaba su varita mágica sobre la mesita de luz…”

  Tobías parecía feliz, sin embargo ella estaba muy asustada. Se apuró en llegar al final del cuento para ver qué ocurriría, y las últimas frases relataban:

“Y así fue que un buen día todo volvió a la normalidad, los protagonistas retornaron a cumplir con sus roles de héroes o de villanos en sus respectivas páginas, y el niño regresó a su casa, sano y salvo, y muy feliz.”

  Cuando la mamá de Tobías cerró el libro, notó con desconcierto que el título había cambiado por otro. Y ahora se llamaba “La cuarentena de Tobías”.

AUTORA: Beatriz Chiabrera de Marchisone

Clucellas (Santa Fe- Argentina)

TALLER VIRTUAL 4 

1 comentario:

Beatriz Martín dijo...

waauu no me esperaba este final fue fantástico, logras que viaje a los cuentos de hadas nuestro Peter Pan eterno, precioso relato Felicidades Beatriz, un abrazo desde mi brillo del mar