Desde mi infancia contemplaba en lo alto de la colina, con vista al mar, ese hermoso e imponente castillo medieval.
Pero tiene su triste historia. Todo su esplendor fue a base del trabajo y sacrificio de cientos de obreros, casi esclavos, que dejaron sus pulmones en llevar el pesado material para construirlo o se caían desde la altura de su edificación mientras levantaban sus muros.
Terminado de acuerdo al capricho del soberano, era utilizado solo en parte, por su enorme cantidad de habitaciones y demás dependencias.
El rey, su esposa y sos dos hijos, eran sus principales habitantes. Gente de la corte, sirvientes cocineros, jardineros, cocheros, etc. además de soldados para su custodia.
Pero algo anormal sucedía en las actividades de estos ricos de la nobleza. El príncipe Edgard, el mayor de los hijos y herederos al trono, estaba enamorado de la hija de la cocinera principal del reino. Todo fue oculto hasta que fue descubierto por su hermano menor, que lleno de celos por no ser el heredero, le contó a su padre de este amor prohibido, entre uno de la realeza con una mujer vasalla y pueblerina, que por su ascendencia y cultura no podía ser la esposa de un futuro rey.
El rey montando en cólera, prohibió la relación oculta de esta pareja.
Ante la desobediencia de su hijo, mandó a traer a esa niña y ante el príncipe Edgard, fue azotada y torturada hasta morir. Su hijo atado a una silla, estaba imposibilitado de ayudarla, y desesperado, lloro verla desangrarse a su amada.
Cuando liberado de sus ataduras, corrió a abrazar el cuerpo hermoso de su amante, y sacó una daga que siempre llevaba escondida entre sus ropas, clavándosela en el pecho a la altura del corazón, murió ante la sorpresa y desesperación de sus padres.
El hermano menor, viendo que sería ahora el heredero del reinado, mostró su alegría de esta macabra escena.
Al ver esta sucia actitud de su hijo menor, en un arrebato de ira por ser el causante del dolor de la muerte de su hijo preferido, tomando la daga que causó la muerte de su primogénito, se la enterró cayendo muerto al instante. Desesperado de haber causado esta masacre corrió a la torre principal y se lanzó al vacío. Dicen que después de estos hechos, la reina enloqueció y todos abandonaron el palacio.
Nadie se atreve a vivir en él, ya que se comenta que se oyen gritos de dolor, cuando el sol baja y las sombras invaden el lugar.
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