Con
sigilo abrí la puerta del pasado. No sabía si habían sido horas o años, pero
allí estaba como siempre. Su dorado recuerdo destellaba al sol de los
ventanales. Bizet aún anida entre sus
teclas, los sonidos escapan entre las cuerdas, recorren el salón de danza,
acarician alguna olvidada zapatilla de ballet. Un mundo encantado se refugia
entre esas mágicas paredes.
Mis
ojos se detienen en la partitura abierta. Reconozco los compases de la Habanera
entre las páginas ajadas de una trágica
despedida.
Amor,
destino, vida y desconsuelo transitaron por el antiguo piano. Fueron testigos
de un adiós. Queda una copa de vino agrio como símbolo de una fuerte discusión.
Nadie lo retiró.
Los
primeros días la zona estaba vedada por la policía. Luego, ninguno de nosotros
se animó a atravesar las puertas que ocultaban la escena del crimen. Hoy por
primera vez el mundo regresa a través de mi mirada.
Con
respeto dejo una rosa roja en honor a los amantes muertos por venganza. El
pianista y la bailarina ocuparon el titular de las noticias.
Para quienes los conocíamos eran nuestros amigos, que en las miradas y la
música se amaron clandestinamente con la complicidad del lugar. Sigan amándose
en el cielo que aquí su matador ya recorre los caminos al infierno.
Anisacate (Córdoba- Argentina)
1 comentario:
Tus escritos sensibilizan por su intensidad, dulzura y sencillez....
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