¿Ves esta foto? Aquí
trabajaba yo. Era cocinero en el castillo. Mi especialidad eran los desayunos
del príncipe: galletas de naranja con dulce de grillos. Y una taza grande de
leche caliente. No te rías. Los príncipes tienen gustos raros. Tardé más de diez
años en conocerlo. Yo trabajaba en la cocina, en el ala Oeste, y el príncipe
tenía su habitación en la torre del ala Este. Si mirás la foto, vas a ver que
es un castillo gigantesco ¿ves?
Para llevarle el
desayuno o para saber qué quería comer, yo tenía que preguntarle al jefe de
cocina que le preguntaba al camarero principal que le preguntaba al mayordomo
que le preguntaba a la encargada del ala Este que le preguntaba a la asistente
de la reina que le preguntaba al secretario personal del rey que le preguntaba
a la niñera del príncipe. Seguro me olvidé de algunos. Esto pasaba todos los
días.
Cuando el príncipe
cumplió dieciocho años, el mismo día de su cumpleaños, se apareció por la
cocina.
-¿Quién es el cocinero
que prepara mi desayuno?- preguntó con malos modos. Qué maleducado, pensé.
-Soy yo, su alteza-
dije, acercándome hacia él, pero no mucho.
Él me miró con enojo
por un minuto.
-Traigan la caja- les
ordenó a sus ayudantes.- Vuélquenla sobre la mesa.
Ante mi sorpresa, se
desparramaron sobre la madera una gran cantidad de galletas de naranja con
dulce de grillos. Yo estaba asustado, sorprendido, confuso...
El príncipe me volvió
a mirar con enojo.
-Señor cocinero- me
dijo- ¿Qué es esto?
-Lo que su alteza
pedía para desayunar: galletas de naranja con dulce de grillos.
-¡No!- me gritó- ¡Yo
quería galletas de naranja con dulce de membrillo!
Yo no supe qué
contestar. De pronto, el príncipe soltó una carcajada. Todos se reían. Se
agarraban la panza de la risa. A mí me daba mucha vergüenza. El príncipe se me
acercó y me dió un abrazo, sin dejar de reírse. Al final, terminé riéndome yo
también.
Suipacha (Buenos Aires- Argentina)
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