“ ..porque toda la vida es sueño
y los sueños sueños son.”
P. Calderón de la Barca
En
el país de los sueños, donde viven los
hacedores de historias, hace mucho
tiempo, antes de que todo nuestro mundo fuera inventado, hubo una reunión.
Hasta allí llegaron los vientos y la lluvia,
el calor y el frío, la claridad y la oscuridad, el fuego y el agua, el día y la
noche…etc, para decidir qué hacer con tantas cosas que habían imaginado.
El
aire por ejemplo, había soñado que andaba acariciando la piel de unos seres
imaginarios, que vivían en un planeta. La lluvia había soñado casi lo mismo,
pero por supuesto ella los mojaba y se divertía viéndolos correr para
protegerse, aunque algunos se alegraban de sentirla y caminaban despacio.
La claridad dijo que todos estaban contentos
y haciendo cosas, se los veía sonreír, y
hablar. La que estaba un poquitín triste era la oscuridad, ya que algunos, al
verla llegar, no podían dejar de temblar y les caían unas gotitas por su piel…
Y así cada uno fue contando lo visto en sus
fantasías y pensaron qué lindo sería hacerlas realidad. De esa manera podrían
convivir con los seres, y se turnarían para estar con ellos.
Lo difícil llegó después, cuando todos
opinaban juntos, y no podían ponerse de acuerdo en cómo sería el lugar donde
habitarían. Uno decía redondo, el otro contestaba, no mejor cuadrado. Uno
quería que estuviera siempre luminoso y la oscuridad decía, y yo entonces que
voy a hacer.
Así pasó mucho tiempo, entre hagamos esto, y
no, hagamos lo otro. Hasta que a alguien se le ocurrió decir que llamaran al
hada Sonia Dora, que vivía más allá del silencio.
Y ella apareció presurosa en una ráfaga del viento, que se
había ofrecido para traerla, y en el camino le contó lo que pasaba.
Entonces
dijo que se callaran, porque así nadie podía pensar con claridad. Cerró
los ojos, y pidió que todos los presentes hicieran lo mismo e imaginaran lo que
habían soñado, luego levantó su varita mágica, la hizo dar dos vueltas en el
espacio, sonrió, y dijo que ya podían mirar.
Los murmullos de admiración fueron
prolongados, allí había un mundo redondo, con su gente, sus animales, sus
árboles….
Pasado el momento de asombro distribuyó las
tareas, para que nada quedara librado al azar.
Sonia Dora, les contó que eso era también lo
que ella solía soñar, pero tenía que esperar a que otros lo hicieran, para que
saliera todo más redondo.
Luego saludó muy cortésmente mientras levantaba vuelo para regresar a su hogar, no sin antes, recomendar que cuidaran el mundo y todo lo que existe sobre él, porque fue producto de la unión de muchos sueños que andaban navegando los espacios,
AUTORA: Rosa Lía Cuello
Cañada de Gómez (Santa Fe- Argentina)
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