El sabor a nostalgia que huele en el ambiente lo invita a tocar esa
suave melodía que lo saca de la soledad de su oscura habitación y lo transporta
a otro lugar y otra época, llenando el dormitorio de murmullos, risas
silenciosas y admiración.
¿Por qué será que el aroma a vino tinto tiene el poder de hacerlo tocar
esos mágicos acordes que lo inundan de placer y lo conectan de nuevo con la
vida?
Desde aquella fatídica noche de lluvia no toma alcohol, aun así, cada
aniversario, con religiosa solemnidad sirve una copa de vino que pone a
descansar sobre su más leal amigo, el piano. Continuando con el ritual, al
sentarse a tocar, acaricia un puñado de pétalos rojos. Le recuerdan el
rutinario gesto de amor de su amada; acercarle una rosa, justo antes de cada concierto,
para que la sienta junto a él.
En el escritorio, sobre polvorientos libros, un amarillento diario
reza en su tapa:
“Luego de perder a su mujer y la visión en el trágico accidente, el afamado pianista anunció su retiro de los escenarios”.
AUTOR: Bruno Giménez
Lehmann (Santa Fe- Argentina)
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