En un
castillo lejano,
rodeado
de un bosque denso,
entre
murallas y torres,
vive un
fantasma travieso
que por
las noches se escapa
para
vagar por el pueblo.
Cuando la
luna se asoma
y el sol
se duerme en su lecho,
aparece
el fantasmita
transitando
por el cielo,
juega
con hadas y duendes,
y en el
bosque, con los elfos,
mas su
misión importante
está en
el vecino pueblo,
donde
habitan los humanos,
los que
tienen malos sueños.
Él se acerca a sus moradas
con
sigilo y en silencio,
y
mientras ellos reposan
se
aventura por los techos,
para
espantar a las brujas,
a
espíritus y hechiceros
que
andan rondando las noches
esparciendo
sortilegios.
Es un
fantasma que vela
al niño
en sus pesadillas,
y
desparrama su magia
entre alfombras
y cortinas,
se
escabulle en los rincones,
se
esconde entre la vajilla,
para que
nadie descubra
que él
los protege y vigila.
En una
bolsa recoge
las
angustias y las tristezas
que
deambulan por la casa,
y que
desvelan las siestas,
revisa los calcetines,
explora
las chimeneas,
y se
mete en el espejo
cuando
su imagen refleja.
Y cuando
acaban las sombras
y se
anuncia el nuevo día,
él
regresa a su castillo,
en el
bosque en las colinas,
donde él
habita tranquilo,
donde
prepara su alquimia,
donde
jamás han llegado
conjuros
ni brujerías.
Mas
nadie verá nunca
al
misterioso fantasma
porque
él se oculta travieso
cuando
llega la mañana.
Y en su
lejano castillo
en el
medio de la nada
guarda
todos los secretos
que
atesoran las infancias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario