En esta tarde destemplada y triste,
sólo la música de mi piano me contiene.
Arranco de su teclado tiernas notas
que se elevan en la sala dulcemente.
Mientras observo esa rosa perfumada
que hoy me entregaron como despedida.
No supe qué hacer obnubilada,
busqué en la bodega el mejor vino,
vertí en la copa todos los pesares
y los ahogué llenando aquel vacío.
Probé en mis labios las sabrosas uvas,
sentí el perfume de mi bella rosa,
interpreté en el piano suaves melodías
y quedó vacía sobre él mi copa.
Se ahogaron mis penas esta tarde,
he olvidado por hoy la despedida,
ahora pienso que el que se fue tal vez regrese,
y vuelva a ser feliz el alma mía.
AUTORA: Inés Q. de Monge
San Francisco (Córdoba- Argentina)
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